jueves, 16 de julio de 2020

Reseña: El guerrero a la sombra del cerezo

Título de la obra: El guerrero a la sombra del cerezo
Autor: David B. Gil
Editorial: Suma de letras.
Género: Novela histórica
Páginas: 736
Enlace de compra (Amazon): digital (4,74€), papel (9,45€)
Sinopsis: Japón, finales del siglo XVI. El país deja atrás la Era de los Estados en Guerra y se adentra en un titubeante periodo de paz. Entre las víctimas del largo conflicto se halla Seizo Ikeda, único superviviente del clan regente de la provincia de Izumo, huérfano a los nueve años tras el exterminio de su casa. Hostigado por los asesinos de su familia y condenado al destierro y al olvido, inicia un largo peregrinaje al amparo de Kenzaburo Arima, último samurái con vida del ejército de su padre, convertido ahora en su mentor.
En el otro extremo del país, Ekei Inafune, un médico repudiado por aplicar las artes aprendidas entre los bárbaros llegados de Occidente, se ve implicado en una conjura urdida a la sombra de los clanes más poderosos del país. Una conspiración capaz de acabar con el frágil periodo de calma que da comienzo.
Una novela cruda y bella, cargada de matices, que nos hace viajar a través de un Japón devastado por más de dos siglos de guerra, entre cuyas cenizas, sin embargo, florecen los más hermosos cerezos.


Reseña:
El vacío.
Ay, ese vacío que te deja una historia cuando ha danzado por tu cabeza durante semanas. Y ¿qué hago ahora con mi vida, si yo solo quiero dedicarla a ser un samurái por el resto de mis días?
En fin, que divago antes de la cuenta. Vamos a centrarnos.

Lo cierto es que necesitaba una novela como esta. Las pocas ocasiones en las que me he adentrado en la cultura oriental han sido, como mínimo, positivas. El lector de cadáveres, de Antonio Garrido, representó una gran piedra de toque para mí, y hay escenas de ese libro que todavía recuerdo con gran cariño. Las orquídeas rojas de Shangai, de la autora Juliette Morillot, me golpeó con su crudeza y me hizo viajar hacia los más oscuros rincones del ser humano. Y si no se me escapa ninguna, El guerrero a la sombra del cerezo significa para mí la tercera incursión en lecturas sobre cultura asiática. Un saco del que soy un absoluto ignorante, pero que cada vez me atrae más.

Si he de sincerarme, no sabía qué esperar de este libro. Las opiniones eran muy positivas, y lo poco que había seguido a David B. Gil en redes, ya fuera en forma de pequeños fragmentos de la novela, o citas reflejadas en la misma, me había llamado mucho la atención. Todo se disparó cuando el autor lanzó una oferta flash para comprar el libro en digital por un solo euro —ahora, habiendo leído la novela, me siento un estafador—. ¡Qué caro es leer, ¿eh?! Como era un título que seguía desde meses atrás, no me lo pensé y me hice con él.

Lo primero que debo decir sobre esta novela es el único aspecto negativo (a la par que inevitable) que he encontrado: la gran variedad de personajes y el largo recorrido de las tramas hacen que, en su inicio, tu cabeza confunda nombres y apellidos de los protagonistas, de los clanes, ríos o, incluso en casos de principiantes como yo, pueblos o ciudades. Una hilera de denominaciones que hacen que, hasta que no has avanzado en la trama, no te hagas definitivamente con el libro.


Sin embargo, animo fervientemente a que, cualquier persona que alcance este punto, no desfallezca, puesto que tiene entre sus manos y ante sus ojos una maravilla escrita. No me equivoco, y no dudo ni un solo instante en decir que El guerrero a la sombra del cerezo entra directo al Top 5 de mis libros favoritos.

La escritura utilizada por David es maravillosa. En todo momento te entrega los detalles necesarios para que te sientas parte del entorno. No te describe un objeto de más, ni uno de menos. La obra, en su totalidad, es un cúmulo de preciosas frases enlazadas que le dan sentido a las más de setecientas páginas del manuscrito.

Según avanzas por sus hojas, la novela da la sensación de tratarse de esa historia cuya trama, reposada, no alberga lugar para las sorpresas. No hay problema en ello, la verdad. Un argumento hermoso cuyo desenlace es el que esperas no tiene por qué decepcionar, pero es que tampoco es el caso del libro que hoy tratamos. En el tramo final del mismo, las sorpresas comienzan a sucederse, los acontecimientos se agolpan de manera progresiva, estudiada y encajando a la perfección con pequeños detalles que el autor nos había desgranado en momentos previos de la historia. No hay un plot twist final surgido de la nada, no hay una ambición incontrolable por sorprender al lector, sino que se trata de un vuelco estudiado, vertido con una naturalidad pasmosa para redondear el manuscrito, provocando que tu cabeza explote definitivamente.

Como habéis podido leer en la sinopsis, El guerrero a la sombra del cerezo nos ubica en un argumento que nos va a ser contado desde dos principales puntos de vista. Uno de los detalles que más me ha impresionado de la novela es la genuina profundidad de cada uno de sus personajes. Seizo y Ekei son los protagonistas, pero se podrían enumerar hasta veinte personajes que, al terminar el libro, tienen un peso fundamental en la trama. Cada uno con su propia personalidad, cada uno con sus aspiraciones, cada uno con un pasado plagado de sombras a su espalda.

La venganza y el honor, las urdimbres y maquinaciones, ocupan el foco de una historia que no tiene un solo pero. En cada una de sus páginas se puede paladear el agrio sabor del niño que debe convertirse en demonio para borrar los fantasmas de su pasado. En cierto modo, este aura me ha recordado a lo que yo mismo traté de plasmar en De postre, venganza, y su lectura no ha hecho más que colmarme y empequeñecerme a un tiempo.

El guerrero a la sombra del cerezo es un libro cuyo peso lo ocupa de igual manera el más grande de los daimios o el ronin más insignificante. Una novela donde se declaran guerras y se disfrutan calmados paseos por la ciudad de Fukui. Un relato en el que la paz y la meditación colman a sus protagonistas durante años, para más tarde ceder a una vorágine de asesinatos y traiciones.

No es necesario que os diga que, como hago con todo libro que me cautiva de verdad, acabaré comprándolo también en papel para que ocupe un lugar de verdadero honor en mi librería —y, de paso, dejo de sentirme un estafador :P—. En definitiva, si algo de todo esto, aunque sea lo más mínimo, ha captado tu atención, esta es una novela que no puedes dejar pasar.

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