jueves, 21 de marzo de 2019

Reseña: Reina Roja

El arte de reseñar novelas ajenas es uno que tengo muy abandonado en los últimos tiempos.



Menos tiempo para leer >
Tardo más en leer una novela >
Tengo más ganas de empezar la siguiente >
Menos tiempo para reseñar.



Son unas premisas bastante fáciles que han llevado a que se cumplan casi dos años desde la última vez que reseñé una novela. Y me alegra que el último título que reseñé y el que hoy nos ocupa aquí tengan el mismo autor.

Como ya le dije vía Twitter, terminé Reina Roja la noche anterior a irme de viaje y cruzar el charco. Yo estaba agobiado porque no conseguía sacar tiempo para leer, y quería (sí o sí) terminar la novela antes de irme de viaje. Tuve que leer -con gusto- más de doscientas páginas en la víspera para poder cumplir mi palabra.

Esa es, principalmente, la razón por la que no he escrito antes esta reseña. Puestos en situación, vamos a entrar en materia.

Si tuviera que buscar un solo adjetivo para calificar Reina Roja, ese sería frenética. Es una novela trepidante, que no te da descanso. Capítulos cortos, intensos, golpe tras golpe. Como ya he leído en algún lado, es una novela muy cinematográfica (hay un par de escenas que viví como si estuviera en la gran pantalla). Es una novela profunda en el sentido de que sus dos personajes principales parecen no tener fondo. Podríamos estar leyendo horas sobre Jon Gutiérrez y Antonia Scott, y todavía harían falta muchas más para conocerlos del todo. La trama gira en torno a Antonia, una mujer más que peculiar a la que tenéis que conocer. No voy a decir más sobre ella, lo mejor que podéis hacer es coger el libro y que sea ella quien se presente.

He leído un par de veces a algún lector que se quejaba de que Juan empleaba palabrotas o vocabulario vulgar en la novela. En sus anteriores trabajos, especialmente en El Paciente o Cicatriz, ya encontramos este vocabulario. Quizás es que Juan se está volviendo un malhablado, o quizás (sólo quizás) sea simplemente un escritor tratando de que los diálogos entre personajes sean lo más reales posibles. Estamos en el siglo XXI, y ese tipo de vocabulario lo escuchas hasta en los niños de los primeros años de colegio.

En definitiva, estamos ante una novela que tiene cientos de detalles, giros de guión, con un vocabulario cuidado, tramas, subtramas, guiños musicales. Trata a diferentes clases sociales, gremios, nos pone en la piel de directivos de grandes empresas ante decisiones cruciales en sus vidas, pero también nos coloca en el pellejo de alguna persona trastornada. Son casi seiscientas páginas que, como me suele pasar con sus libros, se me quedan más que cortas.

Os voy a poner la sinopsis de la novela. No creo que haga falta, porque después de varios meses publicada, sigue copando los primeros puestos de las listas de venta. Lleva diez ediciones a sus espaldas y se publicó hace cuatro meses. ¿Hace falta que os diga más?

Antonia Scott es una mujer muy especial. Tiene un don que es al mismo tiempo una maldición: una extraordinaria inteligencia. Gracias a ella ha salvado decenas de vidas, pero también lo ha perdido todo. Hoy se parapeta contra el mundo en su piso casi vacío de Lavapiés, del que no piensa volver a salir. Ya no queda nada ahí fuera que le interese lo más mínimo.

El inspector Jon Gutiérrez está acusado de corrupción, suspendido de empleo y sueldo. Es un buen policía metido en un asunto muy feo, y ya no tiene mucho que perder. Por eso acepta la propuesta de un misterioso desconocido: ir a buscar a Antonia y sacarla de su encierro, conseguir que vuelva a hacer lo que fuera que hiciera antes, y el desconocido le ayudará a limpiar su nombre. Un encargo extraño aunque aparentemente fácil.

Pero Jon se dará cuenta en seguida de que con Antonia nada es fácil.

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