domingo, 14 de febrero de 2016

La mala fama de los videojuegos

El fenómeno ni-ni ha hecho mucho daño a esta industria. Chavales -y no tan chavales- pegados a la Playstation 4, Xbox One o PC durante horas y horas, clavados frente a la pantalla, sin reaccionar y ausentes a todo cuanto acontece fuera de ella. Lo reconozco, ese vicio puede ser muy dañino, sobre todo cuando el mundo real se vuelve secundario para esa gente, y todos sus méritos se reducen a los conseguidos a través de los botones X, cuadrado, triángulo y círculo.

Yo soy un gran aficionado a los videojuegos, y defensor de ellos en una medida justa y con un uso responsable. Esa es una de mis aficiones, junto con la lectura, la escritura o el deporte. Son todas ellas compatibles (excepto, quizás, por el tiempo disponible) y todas ellas pueden aportar algo positivo a la persona que las disfrute.


La literatura es arte, una novela es capaz de atraparte entre sus líneas y, también, conseguir que te alejes del mundo real, ese que está al otro lado de ese libro que tienes entre tus manos. Te identificas con los personajes, empatizas con ellos, sientes su dolor al igual que te apasionan sus andanzas. Hay muchos videojuegos que logran atraparte con esa misma sensación, logran introducirte en un mundo perfectamente ambientado donde unes tus fuerzas a las del propio personaje para, juntos, lograr salvar el mundo, la propia vida o, simplemente, salvar a la chica a la que ama. Que sí, que al final sólo son un puñado de bits que te hacen visualizar una historia.

La cuestión es que, en los últimos años, las empresas desarrolladoras de videojuegos vienen profundizando en sus productos, y muchos de ellos se convierten en espectaculares trabajos visuales, de ambientación o narrativos. Hay juegos que se limitan a una serie de escenarios donde los jugadores se lían a tiros, o a jugar partidos de fútbol, o a completar carreras de coches. Pero hay otros juegos, que son los que especialmente me apasionan, que disponen sus tramas con introducción, nudo y desenlace, al igual que una buena novela. Pueden llegar a convertirse, incluso, en novelas audiovisuales interactivas, con un notorio aumento de las escenas cinemáticas en las que el jugador simplemente contempla cómo un compás de la historia se desarrolla sin que él tenga que intervenir.

Voy a citar tres casos concretos, de los muchos que hay, ya que es una tendencia que va en aumento.

Metal Gear es una saga que ha traspasado generaciones de videoconsolas, y el año pasado salió su última entrega, Metal Gear Solid V: The Phantom Pain. En este caso dejaremos su historia a un lado, y me voy a centrar en que es uno de los primeros juegos que, ya en sus primeras ediciones, intercalaba con mucha frecuencia escenas cinemáticas sin interacción del jugador. Es un juego de sigilo y acción en el que esas escenas son, en parte, el alma de la trama.



Fallout 4, o cualquiera de sus entregas anteriores, es un videojuego postapocalíptico ambientado en el siglo XXIII, tras una gran guerra nuclear -en la década de 1950- que asoló el planeta y cuyos únicos supervivientes se convirtieron en eso mismo gracias a poder recluirse en unos refugios subterráneos. En esta experiencia, nos ponemos en la piel de una persona que, varios siglos después, consigue salir de uno de esos refugios, y al ascender a la superficie descubre un inconcebible mundo poblado de mutación y contaminación radiactiva. Es un juego que se puede alargar durante horas y horas -en mi partida, llevo jugadas más de 110- y cuya sorprendente ambientación -pues mezcla elementos de 1950 con otros futuristas- te invita a sumergirte en un depresivo mundo donde la humanidad lucha no por vivir, sino por sobrevivir.

 


Y finalizo mi exposición con The last of us, el único videojuego, que yo recuerde, que me ha hecho soltar alguna lagrimilla. Hecho verídico. Trata sobre un nuevo postapocalipsis zombie (qué original, pensarás) en el que Joel, nuestro protagonista, debe luchar por la supervivencia y la busca de una cura para el virus que extingue, poco a poco, la humanidad. Su destino queda ligado al de Ellie, una niña de quien deberá cuidar en adelante. De nuevo la ambientación, espectacular, y una historia que se instala en lo más profundo de tu ser, son las principales armas de un juego que, sin duda alguna, clasificaría en mi Top 3.


Para cerrar, mencionaré que podría haber citado muchos otros juegos en los que, además de tiros y peleas, se puede apreciar una ambientación y, en algún caso, una narrativa superiores a muchas películas, y dignas de muchas novelas. La saga Uncharted, Assassins Creed o el espectacular Heavy Rain, que en este tipo de menesteres creó un precedente en cuanto a la profundidad e importancia que pueden tener los sentimientos en una historia.

El motivo de este post no es otro que el de dignificar un sector, el del videojuego que, si bien goza de millones y millones de aficionados, también sufre la crítica de muchas personas que anteponen sus prejuicios. La ludopatía, o algunos crímenes reales en los que se escucha "ese chico jugaba a videojuegos" han hecho mucho daño a la opinión de mucha gente al respecto -yo también leo libros en los que hay asesinatos, y no por ello voy asesinando gente-. Estas personas, sin ser conscientes de ello, cierran la puerta a unas obras que también pueden -y deben- ser llamadas arte.