domingo, 31 de marzo de 2019

La recepción

#UnahistoriadeEspaña



Una niña de apenas cuatro años se escondía tras el faldón de una ampulosa cortina. Su fino cabello rubio, travieso, asomaba por debajo del tocado, que se había descolocado después de una larga carrera. Ella resollaba, todavía atemorizada, presa de un pánico que comenzaba a evaporarse pero amenazaba con regresar.
Al huir de la escena, fue la primera en alcanzar el gran salón. A lo lejos, comenzaba a escucharse el estruendo provocado por decenas de pies que se aproximaban hacia donde ella estaba. Hablaban entre sí, formando una algarabía insólita. Hombres y mujeres comenzaron a entrar en el salón y se desperdigaron por la estancia, a uno y otro lado de la plataforma designada para el evento. Había mujeres y hombres, más o menos mayores, niños y ancianos, y todos mostraban en su expresión el gesto más antagónico al de la pequeña Ana. En sus rostros se apreciaba entusiasmo, avidez, ilusión y curiosidad, y una vez en sus puestos, miraban impacientes hacia el lugar del que venían. Ella, recuperando algo más de confianza, dio un paso que le permitiera observar con más claridad.
El pasillo que conducía afuera estaba atestado de personas que continuaban entrando al salón. Con su reducida estatura, apenas alcanzaba a ver un par de piernas que se movían entre otras tantas, un pequeño carro que avanzaba o unos pies descalzos que caminaban arrastrándose. Por el momento, no había rastro del demonio que la había asustado.
El murmullo del gentío comenzó a aumentar de manera exponencial, de tal manera que aunque Ana se hubiera desgañitado pidiendo auxilio, nadie hubiera sido capaz de escucharla. Tampoco había quien le prestase atención, puesto que absolutamente toda persona que se encontrara en la estancia tenía la mirada fija en el pasillo. Un pasillo que retrocedió un par de pasos en cada una de sus orillas, bajo una exclamación consensuada de asombro.

—¿Qué ocurre? —Preguntó Ana a una joven mujer que pasó por su lado.

El intento sutil de la pequeña, acompañado de un tirón en la saya que lucía la doncella, fue en vano, de manera que Ana, sintiendo cómo la curiosidad vencía al temor, avanzó hacia el público que rodeaba lo que fuera que estuviese ocurriendo. No tenía manera de hacerse un hueco, las piernas ajenas se interponían en su camino, se cerraban cuando ella pretendía penetrar por los pequeños huecos que veía. Un hombre la pisó, pero su chillido pasó inadvertido. Contrariada, dio la vuelta y corrió hacia una de las salidas laterales. Estaba a punto de atravesar la puerta, huyendo,  cuando se fijó en las columnas que la custodiaban: altas, robustas y con unas pequeñas hendiduras por las que podía auparse.
Ana, la pequeña niña en la que nadie se fijaba, arremangó los faldones de su vestido y trepó por los improvisados escalones, con sus botines de clase alta manteniendo el tipo ante una situación para la que no habían sido fabricados. Cuando consideró que había escalado lo suficiente para obtener una buena visión, abrazó la columna, su mejor amiga en semejante circunstancia, y oteó hacia donde transcurría lo que a ella le interesaba. En el preciso instante en que puso la vista al frente, un heraldo, estandarte en mano, provocó el silencio repentino con su voz:

—¡Sus majestades, el Rey Fernando de Aragón, y la Reina Isabel de Castilla!

El silencio fue absoluto, y cada una de las personas que habitaban el lugar irguió el torso en señal de respeto. Los protagonistas del momento, sumos mandatarios de todo cuanto se veía, avanzaron con la cabeza alzada, observando a su alrededor, sabiéndose observados, sabiéndose honrados.
Transcurrido el momento de rigor, el sosiego fue resquebrajándose, los murmullos se acrecentaron y el salón comenzó a recuperar el ambiente previo, pero el heraldo quiso juguetear con la situación y volvió a bramar a viva voz:

—Con todos ustedes, Cristóbal Colón, Almirante del Mar Océano, venido de las Indias y descubridor de todo tipo de gentes y alimañas.

La quietud del lugar se mantuvo hasta que comenzó el desfile más variopinto que se hubiera presenciado jamás en España. Un riachuelo de hombres y mujeres completamente diferentes a lo acostumbrado avanzó hacia los reyes custodiados por sus propios hombres. Prácticamente desnudos, tapaban sus partes más pudendas con trapos sucios y desgastados. Sus rostros estaban perforados por arandelas metálicas, cada uno de ellos en lugares diferentes, pero especialmente en narices y orejas. Miraban a su alrededor, tan desubicados como sorprendidos estaban sus observadores.
Varios caballeros de la corona caminaban tras ellos, y unos pasos después… ¡Allí estaba!
Ese monstruo que tanto pánico le había provocado había vuelto. La gente lo observaba con admiración, pero ella lo odiaba desde que se había acercado a ella, posándose en su cabeza. Le había revuelto el tocado, y al marcharse volando, había tirado de su cabello.
Ana no pudo ver cómo el famoso Cristóbal Colón aparecía en el salón detrás del pequeño zoológico de las Indias. Ana sólo tenía ojos para aquel bicho que llamaban papagayo, que tanto miedo le provocaba.




jueves, 21 de marzo de 2019

Reseña: Reina Roja

El arte de reseñar novelas ajenas es uno que tengo muy abandonado en los últimos tiempos.



Menos tiempo para leer >
Tardo más en leer una novela >
Tengo más ganas de empezar la siguiente >
Menos tiempo para reseñar.



Son unas premisas bastante fáciles que han llevado a que se cumplan casi dos años desde la última vez que reseñé una novela. Y me alegra que el último título que reseñé y el que hoy nos ocupa aquí tengan el mismo autor.

Como ya le dije vía Twitter, terminé Reina Roja la noche anterior a irme de viaje y cruzar el charco. Yo estaba agobiado porque no conseguía sacar tiempo para leer, y quería (sí o sí) terminar la novela antes de irme de viaje. Tuve que leer -con gusto- más de doscientas páginas en la víspera para poder cumplir mi palabra.

Esa es, principalmente, la razón por la que no he escrito antes esta reseña. Puestos en situación, vamos a entrar en materia.

Si tuviera que buscar un solo adjetivo para calificar Reina Roja, ese sería frenética. Es una novela trepidante, que no te da descanso. Capítulos cortos, intensos, golpe tras golpe. Como ya he leído en algún lado, es una novela muy cinematográfica (hay un par de escenas que viví como si estuviera en la gran pantalla). Es una novela profunda en el sentido de que sus dos personajes principales parecen no tener fondo. Podríamos estar leyendo horas sobre Jon Gutiérrez y Antonia Scott, y todavía harían falta muchas más para conocerlos del todo. La trama gira en torno a Antonia, una mujer más que peculiar a la que tenéis que conocer. No voy a decir más sobre ella, lo mejor que podéis hacer es coger el libro y que sea ella quien se presente.

He leído un par de veces a algún lector que se quejaba de que Juan empleaba palabrotas o vocabulario vulgar en la novela. En sus anteriores trabajos, especialmente en El Paciente o Cicatriz, ya encontramos este vocabulario. Quizás es que Juan se está volviendo un malhablado, o quizás (sólo quizás) sea simplemente un escritor tratando de que los diálogos entre personajes sean lo más reales posibles. Estamos en el siglo XXI, y ese tipo de vocabulario lo escuchas hasta en los niños de los primeros años de colegio.

En definitiva, estamos ante una novela que tiene cientos de detalles, giros de guión, con un vocabulario cuidado, tramas, subtramas, guiños musicales. Trata a diferentes clases sociales, gremios, nos pone en la piel de directivos de grandes empresas ante decisiones cruciales en sus vidas, pero también nos coloca en el pellejo de alguna persona trastornada. Son casi seiscientas páginas que, como me suele pasar con sus libros, se me quedan más que cortas.

Os voy a poner la sinopsis de la novela. No creo que haga falta, porque después de varios meses publicada, sigue copando los primeros puestos de las listas de venta. Lleva diez ediciones a sus espaldas y se publicó hace cuatro meses. ¿Hace falta que os diga más?

Antonia Scott es una mujer muy especial. Tiene un don que es al mismo tiempo una maldición: una extraordinaria inteligencia. Gracias a ella ha salvado decenas de vidas, pero también lo ha perdido todo. Hoy se parapeta contra el mundo en su piso casi vacío de Lavapiés, del que no piensa volver a salir. Ya no queda nada ahí fuera que le interese lo más mínimo.

El inspector Jon Gutiérrez está acusado de corrupción, suspendido de empleo y sueldo. Es un buen policía metido en un asunto muy feo, y ya no tiene mucho que perder. Por eso acepta la propuesta de un misterioso desconocido: ir a buscar a Antonia y sacarla de su encierro, conseguir que vuelva a hacer lo que fuera que hiciera antes, y el desconocido le ayudará a limpiar su nombre. Un encargo extraño aunque aparentemente fácil.

Pero Jon se dará cuenta en seguida de que con Antonia nada es fácil.

martes, 5 de marzo de 2019

La deshonra de Mazzola GRATIS EN DIGITAL (5 y 6 de Marzo)

Vamos con la última de hoy, a partir del próximo día volveré con reseñas y demás, que tengo varias también.

Para celebrar el mes desde la publicación de De postre, venganza, tienes, durante dos días, la versión digital de La deshonra de Mazzola


GRATIS (enlace)





Nada más, te animo a descargarla, leerla, compartirla y que me digas lo que te parece :)

Lanzamiento De postre, venganza

Empezamos por donde se debe empezar. Hoy hace un mes desde la publicación de mi segunda novela, De postre, venganza. La tenemos en Amazon en las dos plataformas posibles:






Como ves en la sinopsis, se trata de una novela negra histórica ambientada en los Estados unidos de inicio del siglo XX, justo la época en la que se implanta la silla eléctrica. Con una documentación rigurosa, he tratado de crear una trama fuerte que estoy seguro de que te atrapará. Te voy a dejar también el enlace del booktráiler:



La verdad es que ha sido un gustazo fabricarla y estoy muy contento con el trabajo, que creo que es de un nivel muy alto. Ahora solo falta que tú me digas si piensas lo mismo :)

¡Actualización urgente!

Desgraciadamente, amigos, no tengo el tiempo que quisiera para añadir entradas constantes al blog, pero voy a tratar de ir retomándolo. Muchas novedades, como la publicación de mi segunda novela, De postre, venganza, y algunas cosillas más. Voy a tratar de hacer una entrada con cada una de ellas para ponerme al día.