Una de mis mayores desdichas en los últimos años es el poco tiempo del que dispongo para leer. He pasado de, hace unos cuatro o cinco años, un libro semanal a la situación actual, en la que uno cualquiera me dura un mes (o dos, o tres). Principalmente por esto, llevo un tiempo en el que he cerrado un poco mi círculo de lecturas y me ciño a lo que sé que me va a gustar. Juan Gómez-Jurado, César Pérez Gellida, Joe Abercrombie, Pérez Reverte. Caballo ganador.
Son apuestas seguras, desde luego, pero hace un par de meses me dije que hay mucho talento, más o menos conocido, que merece ser descubierto. Así que amplié un poco mi círculo, y descubrí a Blas Ruiz Grau. Gracias a eso, este criminal se ha sumado al estrecho círculo que he mencionado más arriba. Mediante conversaciones por Twitter y demás he descubierto a mucha gente que va a pasar por delante de mis ojos próximamente, y el caso que hoy nos atañe es uno de ellos. Polifacético como el que más, su vertiente literaria es la que más me puedo atrever a juzgar. Hoy tenemos la reseña de una novela fantástica (no del género, sino que es genial 😃). El último abecedario, de Gonzalo Jerez, El Selenita.

En cuanto al hilo conector de la novela, prefiero que sea el mismo autor quien os lo cuente. Es una historia en la que es muy fácil hablar de más, y como no quiero ser yo el que diga una palabra más de la cuenta, os dejo por aquí la sinopsis:
“¿De qué le sirve al ser humano llegar hasta tan lejos en el tiempo, si a cambio terminas tus días igual que los empezaste? Tirado en una cama donde te tienen que dar de comer, donde te cambian los pañales. Una cama desde la que observas un punto de la pared con la mirada perdida, donde no conoces a nadie de los que tienes a tu alrededor.” Un grupo de científicos trabajan en un proyecto que mitigue los efectos de determinadas enfermedades mentales. Lo que no sabían era lo que realmente crearían en ese proyecto, algo que cambiará definitivamente el mundo tal y como lo conocemos. El último abecedario es un conjunto de historias paralelas entre sí que se suceden en el mismo lapso de tiempo, que se entrecruzan sin mezclarse, creando una novela coral impactante, con unos personajes ricos y situaciones límite que pondrán los pelos de punta al lector. Veintisiete letras. Veintisiete personajes. Veintisiete historias que se precipitarán al caos, unidas por un nexo común, una situación de no retorno que acabará con el fin de una era y casi con el de una especie: la raza humana. “Un silencio que casi se podía tocar lo invadió todo. Un silencio que sólo fue roto por un grito desgarrador, más parecido al rugido de una bestia. Estaba empezando a pasar.”

Yo no soy un gran reseñador. Me gusta hacer esto porque sé que es importante para el autor (faltaría más, si no lo supiera), y porque soy olvidadizo con lo que leo/veo y, pasado el tiempo, releo mis reseñas para recordar lo que me pareció una novela. Esta novela es profunda en su contenido, pero ligera de leer. Es una novela que te sorprende cuando vas descubriendo los detalles que se ocultan bajo sus palabras. Un libro que te da lo que esperas, y un poquito más. Con El último abecedario he descubierto a El Selenita, y os puedo asegurar que no será lo último que lea de él.